A la hora de diseñar una estrategia de inversión, uno de los primeros pasos es conocer si se adapta a nuestro perfil de riesgo. Pero, ¿cómo saber cuál es mi perfil de riesgo como inversor? ¿Por qué es necesario conocerlo? 

A continuación, desvelamos las claves de este importante concepto financiero. Puesto que, en muchos casos, el riesgo se percibe de un modo, pero en realidad, se calcula mediante otros criterios objetivos.

¿Qué es el perfil de riesgo?

El perfil de riesgo determina la tolerancia a tener pérdidas en las inversiones financieras, así como a saber cuál es la volatilidad de los activos que es posible soportar sin perder la estabilidad financiera.

Se trata de un concepto importante porque, en base al mismo, se define la rentabilidad exigida a las inversiones. 

Esto se debe a que el concepto de rentabilidad está directamente ligada al riesgo: cuanto mayor es la rentabilidad potencial, mayor es el riesgo que se debe asumir. Sin embargo, con una buena gestión y con el producto adecuado, el inversor puede encontrar una relación atractiva entre estos dos factores.

Con el objetivo de conocer si una inversión es adecuada para una determinada persona, se suele a clasificar a los inversores según un determinado perfil de riesgo. 

Básicamente existen tres perfiles:

  • Perfil conservador: se trata de un tipo de inversor con una alta aversión al riesgo. Suele tener como objetivo la preservación de su capital y por ello trata de no arriesgar en búsqueda de altas rentabilidades. Opta por inversiones más seguras, pero menos rentables.
  • Perfil moderado: este tipo de perfil inversor se caracteriza por ser el más equilibrado en cuanto a rentabilidad y riesgo. Busca algo más de dinamismo en sus inversiones, no conformándose con una rentabilidad mínima. Sin embargo, no pierde de vista la seguridad y no da el salto hacia inversiones arriesgadas.
  • Perfil agresivo: ser un inversor agresivo no significa ser kamikaze, el riesgo siempre debe estar controlado. No obstante, los perfiles dinámicos suelen darle prioridad a la rentabilidad por encima del riesgo. Debido a su tolerancia a las potenciales pérdidas, pueden permitirse acceder a inversiones más rentables.

El primer paso es determinar cuál es el nivel de riesgo que un inversor puede asumir. Después, se tratará de encontrar inversiones rentables en función de ese determinado nivel de riesgo. Pero, en este sentido, el riesgo de un activo es diferente de la percepción del mismo que pueda tenerse.

¿Cómo saber cuál es tu perfil de riesgo?

En principio, puede que sencillamente por razones psicológicas una persona sea capaz de conocer cuál es su perfil de riesgo inversor. Es una de las formas de entender el riesgo, basada en criterios subjetivos y de acuerdo a las percepciones.

Sin embargo, para realizar una valoración más completa sobre cuál es el riesgo que se es capaz de soportar y, por tanto, poder catalogarse en uno de los perfiles, se deben tener presentes una serie de factores personales y económicos.

Las entidades financieras tienen un sencillo cuestionario para considerar si los productos ofrecidos son acordes al perfil de riesgo del inversor. No obstante, realizando un análisis introspectivo de la situación personal y necesidades financieras, ser podrá decidir con mayor precisión en qué perfil de riesgo es posible encajar:

  • La edad y el horizonte temporal de la inversión.
  • La situación familiar.
  • La situación fiscal.
  • El nivel de ingresos y la capacidad para obtener una cifra más elevada.
  • La estabilidad laboral.
  • Nivel de deuda y otros compromisos económicos.
  • La previsión de necesitar el dinero invertido a corto plazo.
  • Capacidad de ahorro.
  • Patrimonio para ofrecer garantías adicionales y que sirva como colchón.
  • Etc.

Este sería el modo objetivo de calcular el riesgo que somos capaces de asumir. En cualquier caso, puede que el producto financiero sea adecuado para nuestro perfil de riesgo, pero puede ser mejorado.

¿Por qué debes conocer tu perfil de riesgo?

Como se habrá podido deducir, no conocer el perfil de riesgo conlleva invertir en productos que no se adecúan a la situación financiera del cliente.

Cuando se lleva a cabo una estrategia de inversión es necesario contestar una serie de preguntas:

  • ¿Cuál es mi situación inicial?
  • ¿Qué objetivo pretendo conseguir?
  • ¿Qué tiempo dispongo para cumplir los objetivos?
  • ¿Qué riesgo estoy dispuesto a asumir?

A decir verdad, todas estas preguntas están ligadas, puesto que, si se tiene una mala situación de partida y se dispone de poco tiempo para cumplir los objetivos, como es de suponer, se debe exigir una mayor rentabilidad a la inversión; y esto conlleva la asunción de un mayor riesgo, pudiendo superar el nivel tolerable (según el perfil de riesgo) y, como consecuencia, comprometiendo la estabilidad financiera del inversor.

En todo caso, el objetivo principal es conseguir la máxima rentabilidad ajustada al riesgo. Minimizando los riesgos y maximizando los rendimientos.

Las inversiones inmobiliarias, por ejemplo, tienen un nivel de riesgo de mercado adecuado para aquellos que tienen una alta aversión al mismo. No obstante, pueden presentar un riesgo de liquidez: la compraventa de inmuebles no es una operación sencilla ni rápida. 

Por ello, desde White Investing tratamos de equiparar la inversión inmobiliaria a cualquier activo financiero. Propiciando que siga manteniendo sus características propias de bajo riesgo y adecuadas para perfiles conservadores y, además, reduciendo el riesgo comercial.

Para ello diseñamos proyectos innovadores que presentan una fuerte demanda, dado que se encuentran acordes a las necesidades del mercado. Es una de las formas de conseguir adecuar una inversión a diferentes perfiles de riesgo.